En diciembre en la copa Petrobras de Rio de Janeiro (torneo pedorro, casi de exhibición), me encontré a Guille Cañas (que estaba volviendo de su larga ausencia en el circuito) haciendo trabajos de resistencia corriendo por la playa.
Al verlo, pude intercambiar un par de palabras (y lo que sus resistencia permitió darme bola) y le dije: "Fuerza Guille, vas a ver que vas a tener un gran año."
Me agradeció el gesto y continuó entrenando.
Los únicos testigos del presagio fueron el propio Cañas, la Sra Titín y yo.
Estoy seguro que ayer después de la última bola contra Federer se acordó de mí.